«La sala queda a oscuras, empieza la película. En la pantalla se suceden imágenes brutales, enigmáticas: una proyección de cine, la película en primer plano. Escenas traumatizadoras de animales sacrificados. Una mano clavada. Luego: un depósito de cadáveres, en el que se desliza el tiempo cotidiano; en este depósito, un niño que parece al principio un cuerpo como los demás, y que en realidad se agita, vive, lee un libro, acerca su mano a la superficie de la pantalla, y bajo esa mano parece modelar el rostro de una mujer muy hermosa.»
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Sobre la síncresis y la ilusión del doblaje.
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«La sala queda a oscuras, empieza la película. En la pantalla se suceden imágenes brutales, enigmáticas: una proyección de cine, la película en primer plano. Escenas traumatizadoras de animales sacrificados. Una mano clavada. Luego: un depósito de cadáveres, en el que se desliza el tiempo cotidiano; en este depósito, un niño que parece al principio un cuerpo como los demás, y que en realidad se agita, vive, lee un libro, acerca su mano a la superficie de la pantalla, y bajo esa mano parece modelar el rostro de una mujer muy hermosa.»